La Organización Mundial de la Salud ha sido protagonista de algunos de los eventos más transformadores en la historia de la salud global. A lo largo de sus más de 70 años de existencia, la OMS ha liderado esfuerzos que han salvado millones de vidas y mejorado la salud de poblaciones enteras. Exploremos siete momentos clave que cambiaron el rumbo de la salud pública internacional.
El logro más celebrado de la OMS fue sin duda la erradicación de la viruela, declarada oficialmente en 1980. Esta fue la primera y hasta ahora única enfermedad infecciosa eliminada a nivel mundial gracias a la vacunación. El último caso natural se registró en 1977 en Somalia. Coordinar una campaña de inmunización masiva en todos los países no fue tarea fácil. Se requirió una enorme voluntad política, recursos económicos y cooperación internacional sin precedentes. El éxito demostró que con determinación y trabajo conjunto, es posible vencer incluso a las enfermedades más temidas. La erradicación de la viruela inspiró programas similares contra la polio y el sarampión.
Dos años antes, en 1978, la OMS había lanzado su ambiciosa iniciativa de “Salud para Todos”. En la histórica Conferencia de Alma-Ata se estableció el objetivo de garantizar un nivel mínimo de atención sanitaria para toda la población mundial para el año 2000. Aunque no se cumplió plenamente, este llamado puso la equidad en salud en el centro de la agenda global. Impulsó el desarrollo de sistemas de atención primaria en muchos países y sentó las bases para los futuros Objetivos de Desarrollo del Milenio. Por primera vez se reconocía la salud como un derecho humano fundamental y se hacía un llamado a la acción coordinada de gobiernos, organismos y sociedad civil.
Ya en el nuevo milenio, la OMS dio un paso audaz al promover el primer tratado internacional de salud pública: el Convenio Marco para el Control del Tabaco. Adoptado en 2003, este acuerdo vinculante compromete a los países firmantes a implementar medidas para reducir el consumo de tabaco, como prohibiciones de publicidad, advertencias sanitarias en cajetillas y espacios libres de humo. Enfrentó una feroz oposición de la industria tabacalera, pero logró el apoyo de 180 países. Ha sido clave para desnormalizar el tabaquismo y salvar millones de vidas. Demostró el poder de la OMS para movilizar voluntad política global en torno a factores de riesgo para la salud.
Ese mismo año 2003, la OMS enfrentó uno de sus mayores desafíos hasta entonces: el brote de SARS. Esta nueva enfermedad respiratoria altamente contagiosa se propagó rápidamente desde China a otros países. La OMS lideró una respuesta internacional coordinada, emitiendo alertas globales, recomendaciones de viaje y protocolos de manejo de casos. Fue la primera vez que se usaron masivamente las cuarentenas y el rastreo de contactos a escala internacional. Gracias a esta acción decisiva, el brote se contuvo en unos meses. La experiencia dejó importantes lecciones sobre la necesidad de transparencia, colaboración científica y sistemas de vigilancia robustos. Preparó el terreno para el nuevo Reglamento Sanitario Internacional adoptado en 2005.
En 2009, el mundo enfrentó la primera pandemia del siglo XXI con la gripe H1N1. La OMS declaró la alerta máxima en junio, cuando el virus ya circulaba en 74 países. Esta decisión fue controvertida, con críticas de que se exageró la amenaza. Sin embargo, permitió movilizar recursos para desarrollar y distribuir vacunas en tiempo récord. La OMS coordinó la respuesta global, emitiendo guías actualizadas constantemente. Aunque la pandemia resultó más leve de lo temido, dejó lecciones valiosas sobre comunicación de riesgos y preparación ante amenazas respiratorias. Fortaleció los sistemas de vigilancia epidemiológica en muchos países.
Uno de los momentos más difíciles para la OMS fue el manejo de la crisis del ébola en África Occidental entre 2014 y 2016. El brote más grande de la historia de esta enfermedad causó más de 11,000 muertes. La OMS fue duramente criticada por su respuesta inicial lenta. Sin embargo, una vez declarada la emergencia internacional, lideró un esfuerzo masivo que involucró a miles de trabajadores sanitarios, gobiernos y ONGs. Se implementaron medidas sin precedentes como el cierre de fronteras y la suspensión de vuelos. La crisis expuso debilidades en los sistemas de salud de la región y en la capacidad de respuesta global. Impulsó reformas en la OMS y la creación de nuevos mecanismos de financiamiento de emergencias.
Finalmente, la pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba a la OMS como nunca antes. Desde los primeros reportes en China a fines de 2019, la organización ha estado en el centro de la respuesta global. Ha coordinado investigaciones, emitido guías técnicas, gestionado la distribución de suministros médicos y apoyado el desarrollo de vacunas. Sin embargo, también ha enfrentado críticas por su manejo inicial y se ha visto envuelta en disputas geopolíticas. La pandemia ha expuesto tanto las fortalezas como las limitaciones de la OMS. Ha demostrado la necesidad crucial de una autoridad sanitaria global fuerte, a la vez que ha evidenciado la necesidad de reformas para enfrentar futuras crisis.
Estos siete eventos ilustran cómo la OMS ha moldeado profundamente la salud global en las últimas décadas. Desde triunfos históricos como la erradicación de la viruela hasta desafíos sin precedentes como el COVID-19, la organización ha estado a la vanguardia de los esfuerzos por mejorar la salud mundial. Sus acciones han salvado incontables vidas y sentado las bases de la cooperación sanitaria internacional.
Al mismo tiempo, estos momentos clave también revelan las complejidades y limitaciones del sistema de gobernanza sanitaria global. La OMS a menudo se ha visto atrapada entre intereses nacionales divergentes y presiones políticas. Su capacidad de acción depende en gran medida de la voluntad de los Estados miembros. Los desafíos recientes han puesto de manifiesto la necesidad de reformas para fortalecer su independencia, agilidad y capacidad de respuesta.
Mirando hacia el futuro, la experiencia acumulada en estos eventos será crucial para enfrentar las amenazas sanitarias emergentes. El cambio climático, la resistencia antimicrobiana y futuras pandemias requerirán una OMS aún más fuerte y una cooperación internacional sin precedentes. Los éxitos y fracasos del pasado ofrecen lecciones valiosas para construir sistemas de salud más resilientes y equitativos a nivel global.
La historia de estos siete momentos transformadores es también un recordatorio del poder de la acción colectiva en salud pública. Cuando países, científicos, trabajadores sanitarios y comunidades unen esfuerzos, se pueden lograr avances extraordinarios. La OMS ha sido y seguirá siendo un actor clave en catalizar esa colaboración global por un mundo más saludable.
En última instancia, estos eventos emblemáticos de la OMS nos muestran que la salud global es un desafío compartido que trasciende fronteras. Nos recuerdan nuestra interdependencia y la necesidad de solidaridad ante amenazas comunes. A medida que enfrentamos los retos sanitarios del siglo XXI, las lecciones de estos momentos históricos serán más relevantes que nunca. El legado de la OMS continuará dando forma al futuro de la salud mundial en los años venideros.